Huitziltepec, Nuevo Balsas y Carrizalillo son tres pueblos encaramados en el cinturón de oro ambicionado lo mismo por las canadienses Minaurum Gold, Goldcorp y Torex Gold Resources, que por grupos criminales.Apenas el 21 de junio pasado, funcionarios del Gobierno estatal y municipal firmaron un convenio para “convertir la minería en fuente de desarrollo”, con el mismo potencial que el sector turístico. Pero en la zona, también hay producción de goma, opio, así como heroína. En medio, quedaron los pobladores.

En Coaxtlahuacán, comunidad de Mochitlán, también en el centro del estado, donde la empresa australiana Pacifico Minerals, avanza con las perforaciones de prueba.

Es Guerrero y su tesoro de oro que más que desarrollo le ha traído desgracia. Es Guerrero con una tranquilidad que en 2018 huele a resistencia.

Margena de la O y Marlén Castro

Cocula, Guerrero (SinEmbargo). En Huitziltepec no hay agua. A veces, ni siquiera para hacer un buche hay agua.

A pesar de eso, los habitantes de este pueblo nahua del centro de Guerrero, en temporal, con esfuerzo y tenacidad, arrancan a esta tierra reseca la mayor parte del año, siete a ocho toneladas de maíz por hectárea. Mucho maíz para un pueblo con estas características. El promedio en esta región sur es de 2.8 toneladas por hectárea.

El sueño de los habitantes ha sido sembrar todo el año, pero necesitan un sistema de riego conectado a una fuente de agua.

La ilusión iba a ser una pesadilla.

Saúl Sánchez Núñez tenía 31 años cuando lo eligieron comisario municipal. Era febrero de 2015.

Una mañana de marzo, lo llamaron a la comisaría a una reunión entre el comisariado de bienes comunales y representantes de una compañía.

“Como aún no era comisario en funciones les dije que no me correspondía. Me dijeron que era importante para la comunidad. Llegué cuando las autoridades del comisariado firmaban un papel. Me dijeron que era un permiso para que estos señores, gente que no conocía, buscaran agua. Yo dije: ‘ah pues sí firmo’. Y firmé”, cuenta.

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Mineaurum se instaló en Carrizalillo y se fue… con la riqueza de la tierra. Foto: Margena de la O

Al joven y confiado comisario electo no se le ocurrió leer antes el papel.

En septiembre de 2015, asumió el cargo de comisario. Tenía pocos días como autoridad, cuando fue informado de que en el paraje de Totocualontitlán había entrado maquinaria y gente extraña había montado un campamento. El comisario fue a ver de qué se trataba. Había muchos hombres de chaleco y casco naranja trabajando. Se presentó y preguntó qué hacían y por qué habían entrado así al pueblo.

–Usted es el comisario – reviraron.

–Sí, acabo de asumir – respondió presto.

–Ahh, pues estamos aquí con su permiso.

Saúl Núñez sudó frío.

Uno de esos hombres le dijo que traía un documento con su permiso. Fue por él y lo sacó de una carpeta.

Recibió el documento y ahora sí leyó. Lo que había firmado era un permiso a la compañía Minaurum Gold para buscar metales. Se trataba, en resumidas cuentas, del permiso de exploración.

Saúl dijo que era un error, que había firmado para que buscaran agua. Ellos seguían trabajando sin hacerle mucho caso. Dijo a esas personas que su firma en ese documento no valía nada, porque sólo la asamblea otorga esos permisos.

Años después, se le pregunta:

–¿Y el comisariado de bienes comunales también había sido engañado?

–Creo que no, ellos sí sabían, porque no hicieron nada para rechazar a la minera en nuestras tierras.

De hecho, un grupo de comuneros y ciudadanos opinan que se necesita la minería para generar empleos. En estos tres años, han tenido reuniones fuera de la comunidad para escuchar sobre el proyecto minero. Sería bueno algo así en nuestro pueblo, pero la gente no quiere –lamenta el actual presidente del Consejo de Vigilancia del Comisariado, Beremundo Castrejón.

Saúl Núñez en aquel septiembre de 2015 convocó a una asamblea urgente. Gente de la compañía lo visitó en la comisaría para ofrecerle un trato: cuatro mil pesos por cada perforación. Serían unos 50, para empezar.

Quien se ha convertido en uno de los líderes de la lucha antiminera en los pueblos nahuas confiesa que el ofrecimiento monetario pudo haberlo tentado, pero ante los asesinatos y enfermedades en Carrizalillo, desde que llegó la minería, tomó la decisión correcta.

“En la asamblea, con vergüenza, conté que había firmado sin leer el permiso para que entrara la minera, que asumía mi error y dejaba el cargo para que pudieran nombrar a otro comisario. La gente me perdonó y después expuse que implicaba si dábamos el permiso. Todos rechazamos su presencia y de ahí mismo fuimos a correrlos”, recapitula.

La minas devoran Carrisalillo. Foto: Margena de la O

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“¡Fuera, fuera, fuera! ¡Aquí no queremos minería!”, les gritaban. En el paraje ya habían levantado una barda de concreto a la que habían puesto “Los vuelcos del destino”, nombre de la concesión otorgada por el Gobierno federal que afecta 10 mil 651 hectáreas, de las 14 mil que tiene esta comunidad.

Esta mañana de junio de 2018 Huitziltepec se despierta con un cielo transparente. Se siente en el aire el olor del humo, ese humo que sale de los fogones y que precede al de las tortillas. Muchos olores y ruidos llegan de golpe a las glándulas olfativas.

Afortunadamente, son los olores y ruidos de un pueblo despertándose a las labores cotidianas. Hay mucha tranquilidad en Huitziltepec. Una tranquilidad que huele a resistencia.

I

NUEVO BALSAS: PRIMEROS AÑOS DEL INFIERNO

Aun con el calor de mediodía, este 20 de septiembre de 2016, los habitantes de Nuevo Balsas salen de sus casas rumbo a la cancha deportiva. Están citados a una reunión con organizaciones sociales que llegaron esta mañana para apoyarlos si es que deciden por segunda ocasión bloquear las actividades en la mina Los Guajes-El Limón, de la empresa Media Luna, filial de la canadiense Torex Gold Resources.

La reunión es resguardada por siete elementos y dos patrullas de la Policía Estatal Preventiva, parte de la seguridad con la que cuenta la compañía canadiense.

III

DE CÓMO UNA MINA TRIUNFÓ SOBRE LOS POBLADORES

La actividad minera en Nuevo Balsas trajo a dos grupos del crimen organizado: La Familia Michoacana y Guerreros Unidos. La presencia y operación criminal la registraron en las oficinas de gobierno, sin que ejidatarios y pescadores se libraran de pagar cuotas para vivir y trabajar en su pueblo.

Pronto, cualquier salida de Nuevo Balsas comenzó a sentirse como la última. Cualquier comentario a convertirse en una sentencia de muerte. Cualquier conversación a traducirse en una traición.

El tercer miércoles de octubre de 2016 que conocemos Nuevo Balsas, la esposa del joven que maneja la camioneta en que viajamos, dijo asustada al escuchar un tronido similar al de un balazo: “¡A ver si no nos están esperando!” Estábamos cerca del pueblo, se podía ver la presa El Caracol.

Con quienes viajamos son nuestros contactos. Es un grupo de habitantes que se oponen a la minera, porque con su presencia evaluaron alzas en enfermedades y violencia, y disminución en la producción de la mojarra.

Los opositores a la minera solían reunirse cada noche, en casa de alguno de ellos, con mucha cautela para no levantar sospechas. Ese miércoles supimos que cada medio día la minera dinamita los cerros para sacar minerales. El tronido que escuchamos al llegar venía de la mina.

A esa reunión nocturna llegó Quintín Salgado Salgado, un hombre joven que asumió el liderazgo del movimiento, y que resume el hostigamiento en que vivían con la vez que le tocó ir a entregar la cuota de los subcontratistas a Guerreros Unidos.

Lo esperaron en el camino de Atzcala. A mitad de la entrega aparecieron patrullas de la Policía Federal. Todos corrieron al cerro. En la cumbre le dijeron que tenía que entrarle a la refriega. Le dieron su cuerno de chivo. La noche cayó sin que los federales actuaran. Se pasó la noche en vela, pegado al cuerno de chivo.

“No tenía alternativa, si hubiera ocurrido el enfrentamiento si no tiraba a los federales, me tiraban a mí, era yo o ellos”, dijo esa vez.

La mañana del 24 de enero de 2018, Quintín Salgado Salgado fue asesinado a balazos al salir de su casa, en Nuevo Balsas. Ocurrió en el contexto de un problema entre Torex Gold y sus sindicalizados, que protestaban otra vez por su libertad sindical, porque querían obligarlos a seguir en un gremio a favor de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), grupo afín a la empresa.

Qunitín Salgado fue el tercer trabajador muerto durante el conflicto.

Con su muerte terminaron las reuniones nocturnas en las que se acordaría cómo sacar a la minera y parar el daño a su entorno ambiental. “Nos quedamos así nada más, por las cosas, como pasaron. Nada siguió”, dijo una de las mujeres del equipo. La minera ya no tiene oposición.

Nuevo Balsas, el saqueo y el crimen al acecho. Foto: Margena de la O

IV

CARRIZALILLO, LA DESOLACIÓN

En este pueblo no hay niños jugando en la calle, mujeres platicando las novedades del día, ni señores yendo a su trabajo de campo. En estas calles angostas y polvosas se ve a jovencitos con armas largas colgadas al hombro.

Hay casas con puertas y ventanas blindadas. Muchas están abandonadas, algunas agujeradas.

Es un pueblo solitario con perros huesudos aullando de hambre. Los habitantes comenzaron a irse la mañana del 27 de marzo de 2015, luego del ingreso nocturno de hombres armados que atacaron mientras la gente dormía. Esa fecha, el pueblo quedó vació. La mitad de la población, unos 250 habitantes, regresaron cuando las cosas se habían calmado.

Para entrar a esta comunidad del municipio de Eduardo Neri se pide permiso. No se hace esta gestión a las puertas del pueblo, donde hay un retén de jovencitos con AK-47 a la vista.  Se pide con anticipación a través de la autoridad ejidal. Días después, llega el aviso, lacónico, sin detalles.

–Pueden subir.

Sólo así puede llegar gente que no es del pueblo: autoridades de gobierno, activistas de organizaciones sociales. Periodistas, ni soñarlo.

Este pueblo es Carrizalillo, una tierra ejidal de mil 500 hectáreas, con dos tajos abiertos en los que se saca oro y plata desde 2007. Se ubica en la región centro, a sólo 70 kilómetros de la capital.

Muchas cosas han pasado en Carrizalillo en estos últimos 11 años en los que se han extraído de sus entrañas de 3.4 a 3.7 millones de onzas de oro, de acuerdo a reportes financieros de Goldcorp Inc a la Bolsa de Valores de Toronto. El promedio de la onza de oro en este tiempo ha sido de mil 200 dólares. En algunos momentos llegó a cotizarse en mil 800.

Los grupos criminales y la minera controlan Carrizalillo. Desplazamiento, ejecuciones y contaminación, el resultado. El resultado Foto: Margena de la O