Colonia La Misión, donde las casas están inclinadas
—Más de un centenar de familias viven desde hace una década con el temor de que sus casas colapsen debido al reblandecimiento del suelo
Fotografía y texto: Christian González
Tuxtla Gutiérrez (Ch24/7). Caminar por las calles de la colonia La Misión puede parecer un recorrido por una galería de arquitectura deconstructivista. Sin embargo, lejos del arte, lo que se vive ahí es una tragedia: más de cien familias chiapanecas enfrentan desde hace una década el deslave del suelo, que ha dañado severamente sus viviendas y mantiene a la comunidad en constante zozobra.
Frente al número 34 de la calle Acolman, manzana 2F, Cuauhtémoc García Peralta señala los daños en su casa, la cual compró hace más de 20 años con el sueño de vivir tranquilo con su familia. Hoy, ese sueño está inclinado —literalmente—: la vivienda se ladeó hacia la izquierda, su cochera prácticamente desapareció y las paredes lucen fracturadas.
Aunque Protección Civil le pidió abandonar el domicilio por tratarse de una zona de riesgo, Cuauhtémoc se aferró a su patrimonio. Junto con su hijo, ha invertido lo poco que tiene en reforzar la casa, especialmente ante la amenaza de sismos.
“Hasta la banqueta se movió; una placa quedó montada sobre otra”, muestra. La calle, pavimentada hace apenas dos años, ya está cuarteada y desnivelada. “Mire cómo se ha deladeado”, dice, señalando el hueco entre el refrigerador y la pared.
A pesar de que en su momento Protección Civil les pidió dejar de pagar el predial, en enero de este año el Instituto de la Vivienda (Invi) les notificó que deben retomar los pagos para seguir el proceso de regularización.
Como él, muchas familias viven con miedo a que sus casas colapsen. Algunas, sin recursos para reparar, optaron por abandonar sus propiedades. Otras apenas pudieron demoler y empezar de nuevo.
VIVIR CONTRA LA CORRIENTE. María Eugenia Hernández Juárez, vecina del número 38 de la calle Tecamachalco, coloca sus manos sobre una pared del garaje: “Este muro, el de la vecina, ya se nos viene encima”, advierte.
En su comedor, apenas cabe una mesa con sillas. Las paredes están agrietadas, húmedas y ladeadas. “Se filtran los orines de la casa de arriba… y el agua cuando llueve”, se queja. Culpa a un canal que se encuentra unos 50 metros calle arriba. Cree que, al no tener drenaje pluvial, las lluvias reblandecen la tierra.
Piden que el Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SMAPA) construya el drenaje pluvial necesario, pero les dicen que no hay recursos. Sin posibilidad de mudarse, María Eugenia y su hija siguen reforzando como pueden: “Le metimos varilla de ocho octavos como si fuera un edificio… pero el problema sigue”.
“NOS ESTÁN ACOSANDO LAS CUARTEADURAS”. Luis Salinas, otro habitante, asegura que las grietas en su casa aumentan año con año. Vive ahí desde hace 23 años. Su hija, Mayra, en una vivienda contigua, enfrenta daños similares, incluso en la cisterna.
Ambos aseguran que el problema afecta a al menos tres manzanas. Los vecinos Miguel López Hernández y Santiago Gómez López también muestran daños: paredes rotas, cimientos debilitados, reparaciones improvisadas que apenas sostienen las estructuras.
“El problema se agravó con el sismo de 2017 y con el deterioro del canal. El agua se filtra y daña las cimentaciones”, denuncia Santiago. “Pasan presidentes municipales y gobernadores, y nadie nos escucha”.
Vecinos invitaron a La Silla Rota a verificar las condiciones del canal. “Sólo le pusieron un codito”, muestran. “Ya está colapsado, necesitamos que hagan bien el drenaje”.
La comunidad exige una solución: reubicación o rehabilitación integral. “Solo pedimos que el gobierno se toque el corazón”, clama Cuauhtémoc García. Lo que temen es que el tiempo pase, las casas se derrumben y ellos lo pierdan todo… o incluso la vida.