Racismo, crisis de salud pública que no debe ignorarse
The Lancet/Traducción: Mtra. Brenda Terrazas
Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias. Estamos ante una pandemia, una catástrofe climática, una inminente recesión, y posiblemente, una depresión. La salud de los más vulnerables y de toda la humanidad está en juego. Sin embargo, no hay nada nuevo, extraordinario o sin precedentes acerca del racismo, la xenofobia ni la discriminación. El asesinato de George Floyd (una más de las innumerables muertes de ciudadanos afroamericanos a manos de la policía), aunado al riesgo de mortalidad dos veces mayor a padecer COVID-19, ha sacado a la luz injusticias sociales y estructurales que han existido durante siglos.
Cuando se captura y amplifica un solo acto de violencia en las redes sociales, al igual que las protestas televisadas de los Estados Unidos por los derechos civiles de la década de 1960, trae a la conciencia de las personas en todo el mundo la brutalidad policial, y por ende, una respuesta visceral que condena el racismo.
Sin embargo, los homicidios policiales ocurren diariamente en varias partes del mundo, y las personas que mueren son en su mayoría hombres pobres y jóvenes de otros grupos étnicos. Cuando se trata de violencia, es una cuestión que se suma. Esto significa que si eres mujer, y además eres negra, corres un mayor riesgo de violencia sexual por parte de tu pareja, y si también eres trans, eres parte del grupo de personas que se encuentran sobrerrepresentadas en asesinatos de odio.
La sociedad está construida con jerarquías raciales establecidas a través de la colonización, que impregnan las estructuras, historias, políticas y, en última instancia, mentes. Los actos abiertos de violencia son síntomas superficiales de racismo que se extienden mucho más profundamente. Debajo de esto se encuentra una pirámide de abuso, marginación e injusticia que existe en cada sociedad.
Las formas de discriminación y las personas discriminadas pueden variar: en algunas sociedades se basan en la raza o el origen étnico; en otros, color, casta, creencias religiosas, indigeneidad o el estado migratorio de alguien. Sin embargo, la opresión subyacente que causó estas injusticias es muy similar. El racismo y la xenofobia tratan de la división y el control, y en última instancia del poder. Juntos constituyen una forma estructural de violencia que resulta, al llevarlo a su extremo, en asesinatos de personas inocentes.
El brote de COVID-19 ha destapado una crisis en nuestro tejido social y político que va más allá del brote en sí: una propensión incómoda hacia el racismo, la xenofobia y la intolerancia exacerbada por el desafío actual en salud pública y la política nacional. Internacionalmente, hemos sido testigos de la difamación de nacionalidades particulares, con formas abiertas de sinofobia (sentimientos contra China, su gente y/o su cultura). Políticamente, la xenofobia se ha armado para reforzar los controles fronterizos contra determinadas nacionalidades y socavar los derechos de los migrantes. En Reino Unido, los grupos étnicos minoritarios son más propensos a contraer una infección por COVID-19 y, posteriormente, enfrentan un mayor riesgo de padecer una forma grave de esta enfermedad.
¿Por qué es esto? Las personas de grupos étnicos minoritarios tienen más probabilidades de ser trabajadores clave en centros públicos de primera línea que los exponen al SARS-CoV-2, y es más probable que vivan en cuartos superpoblados, lo que significa que el distanciamiento social no es una opción. También hay mayor probabilidad de que no tengan acceso a los servicios de salud, lo que significa que se presentan tarde a urgencias y en una peor condición, aunado a que en su mayoría padecen enfermedades subyacentes que los ponen en mayor riesgo de muerte.
En algunos casos, la existencia de estas comorbilidades reduce las posibilidades de intubación y ventilación, lo que resulta en una doble carga de ser más propenso a estar gravemente enfermo y es menos probable que reciba cuidados intensivos. Más allá de estas causas proximales de mala salud se encuentran el racismo y las formas estructurales de discriminación. Los grupos marginados están en desventaja en todos los determinantes sociales de la salud. Sin embargo, el racismo es más que esto, es una causa fundamental de mala salud. En todos los niveles socioeconómicos, las personas de color tienen peores condiciones de salud. El racismo se acumula a lo largo de la vida, lo que lleva a la activación de las respuestas al estrés y las adaptaciones hormonales, lo que aumenta el riesgo de enfermedades no transmisibles y el envejecimiento biológico. Este trauma también se transmite intergeneracionalmente y afecta a la descendencia de los afectados inicialmente a través de vías biopsicosociales complejas. La raíz de estas llamadas causas biológicas es el racismo, no la raza misma.
La sociedad está mal. Los síntomas (violencia racial y exceso de morbilidad y mortalidad en poblaciones étnicas minoritarias) reflejan la causa: una sociedad injusta y desigual. Los científicos y los médicos, al mantenerse tecnocráticos y apolíticos, son cómplices de perpetuar la discriminación. Debemos hacer más que simplemente describir las inequidades, debemos actuar para desmantelar los sistemas que perpetúan los múltiples sistemas de opresión que se entrecruzan y combinan dando lugar a tales inequidades e injusticias.
Con este fin, estamos produciendo una serie de artículos académicos para centrar los complejos desafíos del racismo y la xenofobia en el discurso de la salud. Estamos trabajando con un equipo diverso de académicos y activistas a nivel mundial para resaltar injusticias, identificar soluciones y promulgar cambios. Junto a esto, estamos lanzando el movimiento Race & Health, una comunidad de práctica multidisciplinaria que continuará más allá de las redes sociales. Nuestra visión es proporcionar un catalizador para abordar los efectos adversos para la salud del racismo, la xenofobia y la discriminación. Los resultados académicos por sí solos son irrelevantes. Debemos usar la evidencia para abogar por cambios y mejoras en la salud. En este espíritu, estamos lanzando una consulta global, preguntando: ¿qué debemos hacer y cómo debemos hacerlo?
El racismo mata, y esta es una crisis de salud pública que ya no podemos ignorar. Como comunidad de salud, ¿dónde estamos? A medida que desaparecen los hashtags y comenzamos a salir de la pandemia, incluso en tiempos normales, necesitamos medidas extraordinarias.
Fuente: Devakumar, D., Selvarajah, S., Shannon, G., Muraya, K., Lasoye, S., Corona, S., Paradies, Y., Abubakar, I., & Achiume, E. T. (2020). Racism, the public health crisis we can no longer ignore. The Lancet (London, England), S0140-6736(20)31371-4. Advance online publication. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31371-4v