De los cafetales al Albergue de Migrantes en Chiapas

*¿Qué hace una mujer en un albergue para migrantes? ¡Huye!

Mariana Morales

Tapachula (Ciudad Cero). Alicia le llamaremos, las explicaciones están demás.
—Le gusté a un pandillero, le dije que no y la Mara me dio un ultimátum… me iban a matar —explica la joven, de 21 años, sentada en una de las bancas de la casa de dos pisos, con el cabello amarrado y un traje oscuro que le cubre desde los tobillos hasta los hombros de su piel blanca.

Sus recuerdos la regresan a un pueblo cafetalero de Honduras donde hace 22 días le llegó una advertencia que le mandaron los “emeeses”. El recuerdo es el mensaje que le enviaron aquellos hombres tatuados con el 1 y el 3 y que ahora le hace pensar en una sola cosa que pudo suceder si no hubiera huido, la muerte.

Aunque el plan de Alicia no es quedarse en esta frontera sur sino emprender un viaje al norte del país, pide no grabar la entrevista y cuidar su identidad porque está en proceso de que le den el status de asilo para permanecer en territorio mexicano. Se dice en esta Casa para Migrante, que el empleo y la calidad de vida en Monterrey es buena, por eso ella, como otras mujeres de aquí, se visualizan en esa gran ciudad emprendiendo una nueva vida.

—El día que tomé la decisión lo hice con mucho miedo y con 2 mil lempiras (unos mil 600 pesos mexicanos).

Ella viene de uno de los países que no está en guerra, pero que es uno de los más violentos del mundo. El año pasado los niveles de homicidio disminuyeron en Honduras y Guatemala pero un análisis realizado entre 2007 y 2012 encontró que El Salvador y Honduras tenían las tasas más elevada del mundo en homicidios de mujeres, en tanto que las pandillas son un fenómeno grave en ambos países, más que en Guatemala, señala el informe de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).

Sin un mapa que le ubicará la ruta para llegar a México entró por Ciudad Hidalgo, frontera con Guatemala. Alicia dice que en ese país encontró un “bus” que la podría llevar hasta Tijuana, pero a ella sólo le alcanzó pagar hasta Chiapas. Iba sola, el resto de los pasajeros llevaban “guía”, “pollero”. En el camino, la depresión ya la llevaba en el corazón y se intensificó más cuando “cayó” en el municipio Huixtla.

—¿Cómo te trataron? —pregunto.

—Vi a los de migración y sentí que el mundo se caía porque venía de ilegal. Les conté la causa por la que salí de mi país y me dijeron que aquí en México podía pedir asilo. No sabía, me causó mucha alegría.

—¿Te detuvieron?

—Estuve siete días en el corral de migración en Huixtla, ahí me dieron comida y luego me vine a este albergue. Las mujeres me dicen: ‘qué rápido te soltaron, te trataron bien, te dieron comida, tuviste suerte…’. En la COMAR hasta psicólogo me ofrecieron, pero ellos no saben que mi psicólogo favorito es Dios y por eso tuve lo que dicen es suerte.

Alicia dejó su país el 17 de enero del 2018. Su madre no supo que ella, había huido hasta que se lo informó por teléfono desde Guatemala. Mientras se le acaban los 15 días para permanecer en este albergue y le informan si le darán o no el asilo, planea junto con otras mujeres hondureñas rentar un cuarto de mil 200 pesos en esta ciudad calurosa, luego buscará trabajo y se perderá en la ciudad de Monterrey.

De acuerdo a la organización WOLA, en los primeros tres meses de 2017, México había recibido más solicitudes de asilo que en todo 2015, la agencia de la ONU para los refugiados estimó que México recibiría hasta 20 mil solicitudes de asilo durante el año pasado.

—¿Regresarías a Honduras, Alicia?

—Me han contado que en Monterrey se trabaja bien, es ahí donde quiero estar… no quiero quedar atrapada en bares ni cantinas de donde muchas mujeres ya no pueden salir. También me gusta escribir, quisiera tener un libro donde cuente lo que me ha pasado desde Honduras hasta donde yo esté.

Dato: Ha habido un aumento en el número de migrantes y solicitantes de asilo que piensan quedarse en México, en lugar de viajar a los Estados Unidos. Muchos están solicitando asilo u otros tipos de estatus migratorio.

 

Foto: Carlos Díaz

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