El ayate Guadalupano, el códice para engañar a los españoles

Ciudad de Mèxico (Tùúl).- “Nuestra civilización ha sido devastada, todo vestigio de nuestros conocimientos están siendo destruidos, y no hay manera de preservar a la vista de todos, en bibliotecas el fruto de años de investigación…”.

Se lamentaba Marco Cipac de Aquino, y es que cualquier documento elaborado por su pueblo sería destruido una vez más por los españoles en su afán por arrebatarles el orgullo y la identidad. Sólo había una oportunidad de preservar el conocimiento, y esta era a través de el sincretismo, ocultar de manera subliminal aquellos rastros de grandeza pasada, en los nuevos símbolos que los europeos intentaban legitimar…

“…es seguro que nuestros hijos y los hijos de sus hijos sabrán desentrañar el mensaje oculto en esta pintura, …y el mundo se maravillará”, nuestras voces serán escuchadas, nuestro sol volverá a salir…”.

Repetía una voz en la mente de Cipac, convenciéndole que su pueblo, amante del estudio y el conocimiento despertaría de el letargo en el que seguramente los españoles le habrían de sumir.

A su mente acudía el recuerdo de aquellas historias que contaban los Temachtianis (maestros) en tenochtitlan, aquellas que describían como Tlacaélel infundió ánimos en su pueblo y logro darles un “rostro y un corazón” ( in ixtli, in yoyotl ) y confíaba en que algún día un dirigente con el mismo amor a su pueblo habría de encabezar el despertar de su nación…

Marco Cipac, un mexica que había logrado aprender español, latín y técnicas de pintura europeas en la escuela de arte de Pedro de Gante, comprendió que tal vez dependía de el el mantener viva la dignidad de su pueblo:

-…estos españoles, ignorantes incluso de su propia religión, carecen de la astucia para determinar la verdadera intención de esta pintura. Ellos verán “indios” arrodillarse ante la madre de su dios. Mi pueblo verá en esta pintura un recuerdo, y se arrodillarán ante Coatlicue, y lo harán frente al rostro de los invasores…

Marco Cipac había ideado el plan perfecto para inmortalizar la cosmovisión de una civilización…

-…espero solamente, que las historias de estos españoles acerca de una aparición y un supuesto milagro no trascienda, y no lo hará pues cada habitante en Anáhuac es capaz de reconocer cada símbolo en la pintura….

– Marco Cipac tenía una esperanza inquebrantable, estaba convencido que la pintura de “la virgen de guadalupe” que realizó en 1556 no llegaría a convertirse en un objeto de manipulación como tristemente sucedió…

A continuación mira lo que Marcos Cipac intentó decirnos a través de su pintura:

1. Mantener la esencia de Coatlicue

Tonantzin-Coatlicue fue sustituida por la virgen de Guadalupe, pero Marcos Cipac supo mantener su esencia colocando una serie de elementos que nos recordaran la religión de Anáhuac.

2. El sol presente, representando la fuerza de Huitzilopochtli

Ya que sabemos que detrás del culto a la Virgen de Guadalupe se encuentra Tonantzin-Coatlicue, de la que te hemos contado su leyenda, sabrás que Huitzilopochtli, su hijo, representa al sol y es este mismo quien adorna la parte de atrás de Guadalupe.

3. La victoria sobre Coyolxauhqui

En la misma pintura del ayate, Guadalupe se encuentra pisando a la luna, una muestra de la victoria de Coatlicue sobre Coyolxauhqui. Si recuerdas bien, Huitzilopochtli venció a su hermana la luna cuando quiso exterminar a su madre.

4. El nacimiento de Huitzilopochtli

La virgen de Guadalupe en el ayate, se encuentra embarazada, recordándonos la leyenda del nacimiento de Huitzilopochtli.

5. Nos recuerda a la madre tierra

La virgen de Guadalupe viste un manto verde y uno rosa, recordándonos a la tierra y su reverdecimiento, las flores y el plano en el que vivimos. Recuerda que Coatlicue representa a nuestra madre tierra.

6. Las estrellas, los hermanos de Huitzilopochtli

En su manto, igualmente se encuentran plasmadas las constelaciones conocidas por los astrónomos de Tenochtitlan, también nos recuerdan a los 400 hermanos de Huitzilopochtli que el mismo derrotó antrs que a su hermana.

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