En la Mira / ¿Qué sucede con Solalinde y su silencio conveniente?
Héctor Estrada
Después de varios meses ausente de los reflectores públicos pese a la crisis migratoria que hoy afecta a la frontera sur de México, este martes el padre Alejandro Solalinde, fundador del albergue “Hermanos en el Camino”, reapareció nuevamente ante los medios de comunicación, pero no para denunciar la denigrante situación que hoy enfrentan miles de migrantes en la región, sino para respaldar nuevamente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Apenas este lunes, en medio de la crisis desbordada en Tapachula, las constantes caravanas ahora emanadas desde esa misma ciudad y los abusos policiacos cometidos contra migrantes en Huixtla, un par de preguntas se volvieron constantes entre la opinión pública ¿dónde estaba el padre Solalinde y por qué había tanto silencio de su parte?
El muy activo defensor de los derechos humanos de los migrantes durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto prácticamente desapareció de la escena pública desde el 2019 tras el fracaso de sus primeras recomendaciones de medidas migratorias y la confrontación que estas provocaron con el entonces gobierno de Donald Trump.
A Solalinde se le puede adjudicar la paternidad de las visas humanitarias que otorgó el gobierno mexicano sin control en diciembre de 2018, y la política de brazos abiertos a inmigrantes de la Secretaría de Gobernación. Solalinde, a diferencia de todos los funcionarios involucrados, no tuvo que rendir cuentas a nadie, ni estar sometido al escrutinio público, pero su influencia sobre López Obrador metió al presidente y al país en una situación incómoda, y de amenaza permanente desde Washington, señaló ese año el periodista Raymundo Riva Palacio.
La agenda de Solalinde la adoptó íntegramente López Obrador. Se le metió a Obrador, quien desde la etapa de la transición comenzó a formular la política a seguir. De hecho, siguió la política que Solalinde dictó. El entonces presidente electo lo incorporó al equipo de transición, donde participó activamente en el armado de la política migratoria, cobijado, por si fuera necesario, por su primo lejano, Alejandro Encinas, que después fue nombrado subsecretario de Gobernación. Pero las cosas no salieron nada bien.
Desde entonces Solalinde se esfumó. Hasta este martes cuando, mediante una entrevista buscada por la periodista Azucena Uresti para Radio Fórmula, el sacerdote aseguró que Estados Unidos está “detrás” de las caravanas migrantes para desacreditar el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. “Hay que ver la otra parte, los activistas mandan a la gente más vulnerable a provocar. Ellos (los activistas) quieren un impacto mediático para demostrar que el gobierno de AMLO es malo y que es represor y que está en contra de los migrantes”, sentenció.
Sin embargo, no es la primera vez que sale en defensa abierta del actual gobierno federal. El año pasado, en una entrevista a “El Faro”, plataforma de periodismo en Centroamérica, desde su retiro público voluntario, Solalinde fijo su postura ante las nuevas políticas migratorias de México. “Mi papel es ayudar a los migrantes, no involucrarme en ello, y mucho menos causar un problema internacional entre mi gobierno, un gobierno legítimo, y Donald Trump”, dijo tajantemente.
Y es que, su discurso sobre el fenómeno migratorio y el derecho al libre tránsito cambió drásticamente en cuestión de meses, conforme los operativos de retención a las caravanas migratorias del gobierno federal se endurecían. “he seguido apoyando y acompañando a los migrantes, pero, obviamente, no puedo apoyarlos en su derecho a ir al norte, porque tienen derecho a ir al norte, pero no puedo apoyarlos en este momento” respondió a la pregunta del reportero Carlos Martínez. Sí, esas fueron las declaraciones del mismo sacerdote que en 2012 abandonó el país debido a las amenazas muerte por la defensa de los derechos de los migrantes para tener un trato digno en México.
Así se explica en gran medida su silencio conveniente. Por que ahora no ha importado la crisis humanitaria que se vive en Tapachula, no ha sido suficiente la ineficiencia intencional del Instituto Nacional de Migración para retardar exageradamente los trámites de asilo y mucho menos el claro abuso de autoridad en las redadas aplicadas contra familias migrantes durante su paso por los municipios de Chiapas. Solalinde ahora “no puede apoyarlos” en los derechos que antes exigió para ellos, por una razón simple, porque esta vez sus convicciones políticas, resultan más fuertes que congruencia humanística… así las cosas.